Si bien amo la alta cocina y la comida típica, pocas cosas me gustan más que la buena comida rápida: desde pequeños locales de barrio hasta las grandes cadenas. Pero, entre los tantos platos que están listos en poco tiempo y fueron diseñados para comer en menos tiempo, dos se destacan en mi panteón de gustos: las hamburguesas y los perros calientes. Tras la simpleza de un producto cárnico (carne molida asada o salchichas) dentro de un pan, se esconde la deliciosa e infinita variedad de cientos y miles de recetas.
En Bogotá, ese gusto se ha enriquecido en los últimos años con la explosión de buenas hamburguesas gourmet (y no pocas hamburguesas de barrio), que han relegado al estándar (El Corral) a un mercado rápido. ¿Cómo comparar El Corral con espacios como Sierra Nevada, Burger Town o Burger Market, con los clásicos (Agadon, Cactus, Diner) o con el mismo Corral Gourmet? Para no hablar, claro, de McDonald's, Burger King o Presto, productos rápidos para momentos rápidos.
Estos días he tenido la suerte de encontrar, gracias a una serie de vueltas de viaje, un restaurante que, sin perder la idea de comida rápida, le da una vuelta y la convierte en un espacio de otros sabores. De BurgerKill me impresionó, primero, el ambiente. Es un restaurante que da buena onda en cada uno de sus detalles: desde las revistas viejas colgadas de la pared hasta la excelente selección musical (4 Non Blondes, Wheatus, The Verve, Blur, Oasis) pasando por la madera, los grafitis y, sobre todo, la sonrisa y el servicio de todo su personal.
He ido tres veces en este mes. Primero pedí una maravillosa hamburguesa de tocineta y parmesano. Pero la vez que reseño aquí pedí una hamburguesa de quesos, con brie y azul. Siendo mis dos quesos preferidos, combinarlos con carne de res resalta el sabor fuerte del queso azul y eclipsa el brie. Eso sí, la tocineta, asada y con la carne firme, y la cebolla blanca, asada en la parrilla, son dos complementos ideales para la hamburguesa, sobre todo para una con una carne tan suave y tierna como la de BurgerKill. Las verduras (cebolla morada, lechuga romana y tomate pintón) están frescas y, en un gusto meramente personal, que el tomate no sea rojo sino que esté entre lo verde y lo maduro le da una textura distinta y una suavidad particular al sabor de la hamburguesa. Una opción extraña pero interesante que proponen aquí cambia las rodajas de pepinillo por el pickle relish de Heinz, un favorito personal.
En BurgerKill dicen "too sexy for fries" y, la verdad, no se equivocan. Solas son magníficas, pero acompañadas con salsa de tomate, mostaza americana y mayonesa son perfectas (y aprovecho para hacer una anotación: ¿por qué los restaurantes de comida rápida, desde El Corral hasta Sierra Nevada -honrosa excepción: La Fama-, no ponen los frascos de mayonesa en las mesas?).
Algo que pido en los restaurantes es la oportunidad de jugar con la comida: personalizar lo que como. Y en BurgerKill saben hacerlo muy bien: desde las opciones de pan (tradicional, muffin, focaccia y pimienta) hasta las variaciones en la hamburguesa, pasando -claro- por las adiciones: pocas a comparación de restaurantes más grandes, pero con la suficiente calidad para destacarse dentro de un excelente producto.
Es un lugar que, como dije al principio, es ideal si uno quiere un espacio de buena onda. Si tiene que ir a hacer vueltas en las oficinas cercanas, es una opción interesante para comer rico, bien y rápido.
BurgerKill
Carrera 14 No 85-19
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